A menudo, cuando miras hacia el otro lado de la ría de Bilbao, por ejemplo desde el canal de Deusto descubres una serie de infraestructuras que nos permiten avanzar más rápido. Quedando para el recuerdo la imagen de una ciudad oscura, industrial y portuaria de años precedentes. Pero si te fijas, más arriba existe un pequeño bosquete que se llena de colorido una de las faldas del monte Kobetas. Por encima del barrio de Atamira sobrevive a pesar de desarrollo.
Penetrar en sus entrañas es redescubrir el antiguo trazado del anillo verde bilbaíno que recorre la Villa. El amarillo intenso aún persiste en los arces platanaoides que son mayoría por esta latitud. Un buen detalle de su hoja lo tienes a continuación en la esta fotografía.
Llama poderosamente la atención a la vista, en ese minúculo reducto de contraste, desde nuestro punto de observación, los rojos destellantes que contrasta con el verde de la pradera del estrato superior. El liquidambar se hace notar a propios y extraños tomando un primer plano como referencia. Con sus yemas de invierno a punto de brotar para la temporada próxima.
Los dos árboles mencionados anteriormente son los que nos aportan color. Pero existen otros como este fruto del aligustre que realzan su forma, textura, composición y porte, muy diferente a la que acostumbramos a ver en las calles de nuestra ciudad.
Otros árboles presente en esta reserva natural cercana son el cerezo. Del cual dos instantáneas diferentes. Una primera en la que nos muestra sus yemas tiernas, jugosas y llena de futuros retoños que nos aseguran con cierta tranquilidad, el futuro de la especie por estos lares.
La otra imagen nos proyecta la sombra de una hoja a punto de poner fecha de caducidad a su existencia. Su sombra se proyecta firme y marcada sobre la corteza blanquecina del árbol que le vió nacer.
Otras especies que se encuentran en este hábitat reducido son unos cuantos robles, muchos fresnos, un haya y algún aliso. Como se puede comprobar tiene un pequeño brote del año, en una diminuta hoja que le permite ir renovando su follaje en este privilegiado enclave.
Dentro de la Biodiversidad que se puede encontrar en este pequeño bosquete aparece un helecho que se repite con frecuencia por todo su entorno. Humedecido por el rocío matinal y la humedad de la umbría en la que pernocta sobresale por su verdor sobresaliente.
Por último, a pesar de la estación en la que nos encontramos e iniciando el último mes del año, los polinizadores como el de la imagen, persisten en su incansable labor de ir buscando de flor en flor, entra las que aún persisten, por los rigores de nuestro clima adulterado.